sábado, 10 de diciembre de 2011
Desayuno navideño
La Navidad ya ha llegado a casa, y esta semana como es tradición he sacado de sus cajas el árbol, las bolitas, espumillón, Papas Noel y demás adornos que hemos reunido a lo largo de los años y de los viajes que por trabajo ha tenido que hacer mi chico para estas fechas, de los cuales siempre trae algún adorno navideño autóctono.
Así que después de estar media tarde liada con las bolitas, renos, calcetines gigantes y luchar contra mi gatito (cachorro) que está convencido de que todo aquello que cuelga del árbol son sus juguetes, me ha invadido un espíritu galletero y me ha apetecido hacer galletas de jengibre que son muy típicas de estos días.
Se me metieron en la cabeza días atrás hablando con Carmen, una compañera de trabajo que me decía que tenía muchas ganas de volver a comerlas, y con ese "run run" me puse a buscar y rebuscar por internet hasta que di con una receta que me gustó porque incorporaba la miel, que me encanta.
Mientras las hacía, ya totalmente abducida por Papá Noel, decidí hacer paquetitos regalo para unas buenas amigas mías, y desearles con ellos unas "Felices Fiestas", y espero que hayan podido disfrutarlas igual que yo en una mañana con un buen café.
Son muy sencillas, es la primera vez que las hacía y no me vi perdida en ningún momento. Primero tamizamos la harina con la maicena, el jengibre y la levadura en un bol.
Aparte mezclamos la mantequilla con el azúcar, luego añadimos el huevo, la miel, la vainilla y la sal. Cuando tenemos todo bien mezcladito unimos la harina con esta mezcla.
Cuando la masa ya no se pega mucho a las paredes del bol hacemos una bola con ella y la envolvemos en palel film, y dejamos reposar durante una hora en la nevera.
Pasado este tiempo precalentamos el horno a 180º por arriba y abajo, y ponemos una lámina de papel film en la superficie de trabajo, encima ponemos la masa, y encima de esta otra lámina de papel film, así evitamos que al amasar se pegue al rodillo.
Entonces con el rodillo aplanamos hasta dejar la masa con un grosor de aproximadamente medio centímetro. Con ayuda de un cortapastas cortamos las galletas y las vamos poniendo encima de papel vegetal en un bandeja de horno, reamasamos y volvemos a cortar, así hasta terminar con la masa. La primera tanda de pastas se deja durante unos 8 minutos o hasta que las galletas toman un tono dorado, las siguientes seguramente se harán un poco antes.
Las dejamos enfriar y las guardamos. Yo las dejé en un plato tapadas con papel film porque sabía que iban a durar poco, pero si van a estar más tiempo es mejor guardarlas en un tarro hermético.
Así que al día siguiente les llevé un par de paqueticos a las dos amigas, y pude compartir con los compañeros de trabajo y desayunar el sábado, me supieron a gloria, de hecho creo que esto podría convertirse en una tradición como el árbol, los renos, los adornos del mundo y los gatos que piensan que el espumillón es un juguete.
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Doy fe de que las galletas estaban increíbles...ñam!
ResponderEliminarMuchas gracias guapa!
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